lunes, 15 de marzo de 2010

Mentiras Plásticas

Hoy te vi parada en esa esquina. Tan bella, tan linda, tan tú. No pude evitar caer perdido en aquella belleza que desparramabas y no podía quedarme sin saber quien eras. Sin pensarlo más me acerque a ti. La preciosidad de tu rostro era mucho más radiante de cerca así que no pude decirte nada. Y te fuiste de mí en aquel carro rojo. 

No pude dormir esa noche. Las imágenes de tu rostro se quedaron grabadas en mí como se graba un tatuaje en la piel. Di vueltas sobres la cama pensando en ti. Me maldecía por no haber dicho nada cuando estuve tan cerca de ti, pero sencillamente era imposible hablar frente a un altar a la belleza como tú.

Decidí ir nuevamente a esa esquina, a esperar hasta que aparecieras. Estuve cerca de dos horas, cuando te vi llegar. Te observe y pensé que te habías vuelto un poco más bella hoy. Esta vez tome el valor necesario para decirte un hola. Me sonreíste y pensé que la suerte estaba a mi favor. Tuve el valor de invitarte a salir y tu el coraje de decirme que sí.

Me preguntaste que adonde iríamos. Te dije que quería que fuéramos a cenar y después a observar la noche juntos. Te limitaste a decir que el tiempo es oro. No me molestó en lo absoluto.

Llegamos a aquel restaurante italiano y pedí el mejor vino para acompañar la cena. Cenamos de lo más gustoso, mientras me decías que estudias medicina y que vivías sola. Te dije que era un gran escritor y que aunque la paga era poca me gustaba la vida que llevaba.

Pasaron algunas horas y me dijiste que fuéramos a un lugar más íntimo. Te dije que propusieras un lugar y me mencionaste aquel sitio. No estaba seguro, pero quería complacerte en lo que quisieras. Llegamos a ese lugar y pusiste las luces tenues. Me recostaste en la cama y me quede paralizado. Quería acariciarte pero era difícil cuando mis ojos no hacían más que observarte y mi mente congelada tratando de entender tanta belleza. Así se paso el tiempo. Nos envolvimos en un manto de caricias, compartiendo los líquidos deliciosos de nuestros cuerpos, inhalando los aromas que despedíamos el uno al otro. Por un instante llegamos a ser uno solo y en ese instante logramos sincronizar nuestros corazones. 

Yo quise quedarme un poco más. Pero tú dijiste que ya era tiempo. Te paraste y tomaste esa linda ropa que tenia la osadía de cubrir tu belleza. Yo solo te observaba. Me dijiste que lo necesitabas y no tuve otra opción que dártelo.

Desde aquel día te busco cada semana, busco la belleza de tu ser envuelta en trozos de lycra. Vivo un amor de medio tiempo, un amor que me cobra cada segundo que me ilusiona. Que llena mi cabeza de ideas tan magnificas, aunque en el fondo se, que no son más que mentiras plásticas.

deVi@